Castilla y León firma una de sus mejores cosechas cerealistas de la década con 8,4 millones de toneladas

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Castilla y León ha cerrado la campaña cerealista de 2025 con una producción de 8,4 millones de toneladas, lo que convierte al ejercicio en el segundo mejor de la década, solo por detrás de 2020, cuando se alcanzaron los 8,5 millones. La cifra supone un incremento notable respecto al año anterior, que ya fue positivo, con 6,4 millones de toneladas.

En la provincia de Burgos, los resultados han sido especialmente destacados, con una media de 5.300 kilos por hectárea en trigo, superando incluso los registros de 2020. Sin embargo, la Bureba ha sido la excepción: las lluvias excesivas dificultaron las siembras y favorecieron la aparición de enfermedades, reduciendo el rendimiento medio de la zona. “Si la Bureba hubiera rendido al nivel de otros años, probablemente Burgos habría logrado la mejor cosecha de su historia”, señalaron los técnicos durante la presentación del balance.

En contraste, zonas como Zael y la llamada “Ribera de las Lanzas” han registrado cifras excepcionales, con cebadas que alcanzan los 8.000 y hasta 9.000 kilos por hectárea, mientras que en Fresnillo las producciones se han situado en torno a los 6.000 kilos.

El éxito de la cosecha se explica, en buena parte, por un año muy lluvioso y constante, más por la duración de las precipitaciones que por su volumen. Entre octubre y junio se acumularon más de 500 milímetros de agua, con lluvias repartidas en más de 160 días, especialmente intensas en octubre y marzo. Las heladas primaverales no afectaron de manera significativa, aunque los calores tempranos de finales de mayo y junio redujeron ligeramente el llenado del grano en algunas zonas.

De cara a la nueva campaña, los expertos advierten que la falta de lluvias otoñales está complicando las siembras. “Estamos ya en octubre y no ha llovido nada. En muchas zonas no se ha podido sembrar la colza, y en los cereales apenas se han hecho las purgas necesarias”, apuntan, advirtiendo que la sequía y las temperaturas altas podrían elevar los costes en herbicidas y limitar la preparación adecuada del terreno.

Por ello, recomiendan a los agricultores adaptar las variedades y ajustar los ciclos de cultivo según las previsiones meteorológicas. “Si seguimos sin lluvias, habrá que optar por variedades de ciclo corto o incluso de primavera. No conviene precipitarse con los abonados si no hay humedad, porque se perderían por evaporación”, insisten.

Otro de los mensajes de los técnicos ha sido el de optimizar los recursos ante el bajo precio de los cereales. “Se puede ahorrar ajustando las dosis de siembra y de abono, pero sin caer en el error de no abonar, porque esta gran cosecha ha agotado muchas reservas del suelo”, explican. Según sus cálculos, con 160 kilos de semilla por hectárea sería suficiente para lograr buenos resultados, frente a los 190 o 200 kilos habituales, especialmente con variedades de gran capacidad de ahijado.

La campaña 2025 deja así una cosecha histórica en producción y rendimiento, pero también una advertencia clara: el éxito del cereal depende cada vez más de la adaptación a los cambios climáticos y de una gestión técnica más precisa por parte de los agricultores.

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