La Fundación Caja de Burgos acoge en Cultural Cordón la exposición ‘Unir los fragmentos. Una celebración de la belleza en la Colección Julio Plaza’

Exposición ‘Unir los fragmentos. Una celebración de la belleza en la Colección Julio Plaza’
La muestra exhibe 62 esculturas y 16 pinturas internacionales de finales del siglo XIX y comienzos del XX
La sala de exposiciones de Cultural Cordón alberga desde hoy y hasta el 11 de enero la muestra Unir los fragmentos. Una celebración de la belleza en la Colección Julio Plaza, que reúne, divididas en cinco secciones, 62 esculturas y 16 pinturas internacionales de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
La escultura ha sido uno de los puntales históricos del arte español. Desatendida durante años, hoy conoce un nuevo renacer de la mano de grandes exposiciones como la que presenta la Fundación Caja de Burgos junto a la Colección Julio Plaza.

Centrada en el entorno de 1900, con la Exposición Universal de París de ese mismo año como telón de fondo, la singularidad de esta colección recae sobre su carácter internacional. Aún más diferenciador es la presencia nítida y destacadísima de mujeres escultoras, un aspecto casi inédito en muchas de las colecciones públicas y privadas y que confiere a la Colección Julio Plaza un carácter único, diverso y estimulante.
El vertiginoso tránsito entre los siglos XIX y XX, con su incesante y agitada sucesión estilística, se ha visto reflejado en la selección efectuada para este proyecto con obras de ascendencia romántica, realista, simbolista, ecléctica y, por supuesto, modernista, art nouveau y art déco. La exposición Unir los fragmentos, producida en exclusiva para Cultural Cordón, ofrece además un interesante acercamiento a realizaciones pictóricas de este mismo período con los que la Colección Julio Plaza recientemente ha incrementado sus fondos.
Unir los fragmentos ha querido huir de clasificaciones temporales y estilísticas para procurar una aproximación estética, abierta y plural, como fue en rigor ese misceláneo fin de siglo.
Dividida en cinco secciones, las obras expuestas abordan aspectos medulares de las temáticas más recurrentes en los diferentes centros de producción de Francia, Alemania, Italia, España y Estados Unidos principalmente, a los que se suman algunas otras escuelas europeas y americanas no menos cardinales.
La antigüedad recreada
La devoción por el mundo clásico permitió a muchos artistas del período ignorar la cotidianeidad y las urgencias sociales de su tiempo. No solo esta sección contiene palpitaciones mitológicas, como la Diana cazadora de Célestin-Anatole Calmels o la Amphitrite de Eugène Déplechin, también se evocan pasajes de ficción histórica, como el extraordinario César cruza el Rubicón del gran Jean-Léon Gérôme o La carrera romana de Ulpiano Checa. La nómina se engrandece con obras de los alemanes Ernest Seger y Fritz Rosenberg, del austriaco Adolf Josef Pohl o de los franceses Jeanne Itasse, Édouard Drouot y Claire Colinet. Entre las pinturas debe señalarse la obra de Ramón Stolz Viciano.
El juego de la luz
La oposición de volúmenes y texturas genera zonas de sombra y matiza la rotundidad de los cuerpos desnudos. En la escultura de finales del siglo XIX y comienzos del XX estas soluciones plásticas permiten a los artistas ganar en profundidad y crear perspectivas ilusorias que agigantan el tamaño de las tallas. Creadores como Josep Llimona, Constantino Barbella y Émile Fernand-Dubois emplean con maestría los nuevos recursos de la representación natural. La lista de autores se completa con el escultor naturalista alemán Fritz Klimsch y con el italiano Amedeo Gennarelli, junto al gran retratista Anselmo García Nieto.
Idealizar la forma
Algunos de los autores de este período buscan despojar a la escultura de cualquier elemento accidental que perturbe la contemplación de la forma. Esculturas como Pureza de A. Fagioli “Donatello” se resuelven entre el deseo de sublimar la representación y la gravedad mística del contenido. Más liviana resulta la Maternidad de Dante Zoi, o la danzante art déco de Ferdinand Ouillon-Carrère. Los bustos de Henri Jacobs, Dominique Alonzo y Fortunato Gori nos conducen hacia el mejor art nouveau y el art déco. La selección se completa con las obras de Antonin Carlès, Jaques Loysel, Max Le Verrier y las mujeres escultoras Marie Michel, Agnès de Frumerie y Denise Delavigne, junto con la pintura de Neysa McMein y de Julius Jakob.
Desplegar la narrativa
La escultura de este tiempo próximo a 1900 recogió muy diferentes temáticas, no siempre en consonancia con la realidad social y artística del momento. Al perpetuar un costumbrismo por completo edulcorado en las esculturas destinadas a los salones particulares, se incurrió en una falta de ambición estética, en una rutina complaciente con los encargos oficiales y privados. Por ello resultan de gran interés obras como el bronce y la escayola de Miguel Blay relacionados con Primeros fríos, Las ancianas de Agnès de Frumerie o La pieuvre (el pulpo) de Alfred Foretay. El conjunto se completa con obras de Mathurin Moreau, Émile Hébert, Ulpiano Checa y Mariano Benlliure, a los que debe sumarse la pintura de Rafael Pellicer Galeote.
Gestualidad, emoción y sentimiento
Hacer visibles las emociones y los sentimientos en la escultura, por su propia naturaleza inmóvil, requirió en ocasiones de una cierta convención que artistas como Rodin sacudieron en su búsqueda de escorzos, posturas y actitudes hasta entonces inéditas. El lenguaje del cuerpo en la escultura partía de experiencias previas en los bustos de carácter de Messerschmidt y en los “concursos de la cabeza de expresión” organizados desde 1760 en la Escuela de Bellas Artes de París. Esta última sección incluye piezas de Messerschmidt, Carpeaux, Villanis, Larche y Agnès de Fumerie. Las aportaciones de Aronson, Pedro Zonza, Paul Philippe y Anna Coleman Ladd dan perfecta idea del profundo cambio de rumbo tomado por la escultura en torno a 1920.
Materiales y recursos
HORARIO
De martes a sábados de 11.30 a 14 h y de 17.30 a 20.30 h
Domingos y festivos de 11.30 a 14 h
Lunes cerrado
VISITAS GUIADAS: martes, miércoles y jueves a las 19 h y primer domingo de cada mes a las 12.30 h
Visitas concertadas: 947251791.
Reserva programa didáctico para centros educativos. Programa Educa: Una historia sin palabras – Fundación Caja de Burgos