El acuerdo entre Aguas de Burgos y la UBU ha realizado cerca de 2.000 análisis

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A través de este análisis se ha afirmado que el pico de la última ola de la pandemia ya ha pasado pero el virus en las aguas todavía persisten. Desde el pasado noviembre la UBU, en colaboración con Aguas de Burgos, analiza la presencia de distintos agentes infecciosos en las aguas de la capital

El presidente de la Sociedad Municipal Aguas de Burgos, Miguel Balbás, ha informado junto a David Rodríguez Lázaro, director del convenio firmado con la UBU, del resultado de los análisis de aguas residuales de la ciudad. El edil ha recordado que el pasado mes de noviembre se realizó un convenio entre Aguas de Burgos y la UBU para analizar la evolución de microorganismos patógenos en la ciudad de Burgos. El objetivo de este estudio es sobre la detección de bacterias y virus en las aguas residuales de la ciudad.

Los primeros resultados han recabado que la presencia del COVID-19 ha tenido una evolución parecida a la última ola de la pandemia. Actualmente Balbás ha remarcado que «el virus no ha desaparecido» y que los valores del mismo la semana pasada seguían mostrándose altos al respecto, unos datos alejados de los que aparecieron en los primeros quince días de enero, donde tuvo lugar el pico. En las muestras recogidas hasta la actualidad se han analizado los virus que componen las aguas residuales, como la presencia de COVID-19 así como otros virus digestivos y estomacales y bacterias. Se han realizado cerca de 2.000 análisis.

Uno de los hallazgos más significativos de los obtenidos hasta ahora en el marco de este convenio de colaboración entre aguas de Burgos y la UBU ha sido el descubrimiento en una muestra de aguas residuales de la ciudad de Burgos de una nueva especie de bacteria, que presenta un marcado perfil de resistencia a los antibióticos: el Staphylococcus burgalensis. Este hallazgo representa una clara señal del intercambio de material genético entre las bacterias, ya que esta nueva especie presenta un sistema de resistencia descrito en las principales bacterias que provocan infecciones graves en los hospitales (el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, o SARM), del que está ligeramente «emparentado». Además, este descubrimiento indica que existen multitud de microrganismos, muchos de ellos ni siquiera conocidos, que circulan libremente en la comunidad y que pueden poner en jaque a la labor asistencial y a los tratamientos antibióticos tal y como los conocemos.

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