Suspendida la Danza del Escarrete en Poza de la Sal

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La situación sanitaria derivada de la pandemia por el COVID-19 impide la celebración de esta fiesta, declarada de Interés Turístico Regional

Los días 2 y 3 de febrero, celebración de La Candelaria y San Blas, o en su defecto el fin de semana siguiente, son fechas señaladas en Poza de la Sal. Es en esta época cuando la localdiad saca a relucir sus mejores galas para celebrar las festividad de la Mascarada de los Negros y la Danza del Escarrete. Pero este año la situación será notablemente distinta. ​La celebración, que habría de llevarse a cabo este fin de semana, no tendrá lugar debido a la suspensión determinada con motivo de las restricciones sanitarias que rigen a causa de la pandemia provocada por el COVID-19. De esta forma, por primera vez desde que a finales de los años 70 la Cofradía de San Blas rescatase esta festividad que a punto estuvo de quedar extinta en la década anterior, la villa salinera no vio recorrer por sus calles a jóvenes recubiertos de hollín, ni a parejas casanderas danzar con los trajes tradicionales.

La Danza del Escarrete ostenta la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional desde el año 1992. Esta celebración, junto con la tiene lugar la jornada anterior, constituye por su singularidad y atractivo uno de los eventos a nivel etnográfico más importantes de la Comunidad de Castilla y León. Y posiblemente uno de los menos conocidos.

El origen de la festividad se remonta a tiempos inmemoriales, habiendo llegado hasta nuestros días como vestigio de un tiempo pasado. Así, durante la jornada del sábado los protagonistas son «los Negros», jóvenes que que toman las calles tiznados de hollín, con actitud alborotadora en busca de alguna recompensa. Al día siguiente, tradicionalmente día de San Blas, son las parejas casanderas las que ocupan el centro de atención. Desde primera hora de la mañana la música envuelve las calles de la localidad, acompañando al Mayordomo a recoger una por una a las distintas parejas que ese año participarán en la danza del Escarrete. La comitiva la completa la figura del «pollero», encargado de ir recogiendo cada uno de los animales que las parejas van aportando a modo de ofrenda. Tras toda una jornada en la que se suceden los actos festivos y religiosos, la festividad culmina con la Danza del Escarrete, en la que los mozos y mozas van danzando alrededor de los animales con una mano en jarra y sujetando en la otra una espada adornada con cintas de colores y una escarapela.

Como tantas otras ceremonias presentes en muchas culturas, la celebración de esta festividad se relaciona con la búsqueda de atraer la prosperidad a los nuevos matrimonios. De este modo, los animales domésticos venían a simbolizar la prosperidad del nuevo hogar. Antiguamente, los bailarines habían de demostrar durante la danza su habilidad para «escarretar» o decapitar los animales (de ahí el nombre), si bien hoy en día la fiesta se ha adaptado a los nuevos tiempos. Los bailarines se dedican a bailar en torno a ellos sin tocarlos, misión que es realizada con máximo cuidado por el Pollero. Esta curiosa tradición única es una disculpa estupenda para descubrir esta preciosa villa y sus alrededores.

Fotografía: Turismo Burgos.

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